Me pregunto si sabe que lo observo.

Me pregunto si ella sabe que la observo. Camina con cuidado, como si temiera que el piso se fuera a desmoronar bajo sus pies, no pisa las líneas de la acera, juega consigo misma. Levanta la mirada y mira al cielo, comienza a contar cada una de las nubes con sus dedos, pero antes de darse cuenta, ya no tiene mas dedos para seguir contando, así que deja eso de lado y vuelve a su juego con las líneas de la acera. Brinca y brinca sin parar por algunos segundos, después comienza a dar vueltas hasta marearse. Se deja caer del lado del cesped y cierra los ojos, por su mente pasan mil pensamientos a la vez. Se imagina como una princesa, una princesa atrapada en un castillo, abre los ojos y mira a la derecha, hacia el roble donde me encuentro escondido. Lo mira fijamente unos instantes para que su mente lo memorice bien, después aprieta los ojos y adentra al roble en sus pensamientos. En su mente el roble es el castillo, es la fortaleza donde la tienen cautiva, y esta esperando a que vengan a rescatarla. Se imagina en una celda de ramas y hojas, sus captores son centenares de hormigas. Justo cuando comienza a imaginarse que la rescatan, abre los ojos y mira de nuevo hacia el roble, se pone de pie de un salto y levanta los brazos y comienza a dar vueltas nuevamente. Se detiene después de unos momentos y se acerca al roble, lo abraza y le da un beso. Le susurra algo que no alcanzo a entender, mira hacia arriba, a la copa del árbol y busca algo con los ojos, a mí quizás. Me pregunto si sabe que la observo. Intenta trepar, sus trémulos brazos intentan aferrarse a las ramas bajas y comienza a ascender. Sus pies resbalan unas cuantas veces antes de darse por vencida. La frustración la invade y unas lágrimas traicioneras asoman por sus ojos, las limpia rápidamente con la manga de su sueter y se sienta al pie del roble a jugar con las mariposas que por allí rondan. Escucho un crujir de ramas del otro lado del jardín y dejo de observar a la pequeña unos instantes para buscar el origen del ruido. Es su madre, que intrigada por sus juegos infantiles viene a observar a la pequeña Amelia. Vuelvo a mirar a la pequeña y me sorprende el saber que esta mirando fijamente al lugar donde me hallo oculto. Me pregunto si sabe que la observo. Estira su brazo hacia donde me encuentro y abre su mano, ha atrapado una mariposa. Esta revolotea con vigor y logra atraer mi atención, mis patas me traicionan y comienzan a cazar a la pequeña mariposa, antes de darme cuenta, la estoy siguiendo por las ramas, Amelia me ve y rie. Corre para intentar trepar el roble de nuevo, en su momento de emoción, no presta atención y resbala. La madre lo ve todo en cámara lenta, la mariposa revoloteando, yo saliendo de mi escondit, Amelia trepando, el paso en falso, y la caída. Amelia cae y se golpea la cabeza con una raíz del roble, y su rodilla roza con la corteza de otra. La madre corre a ella con los brazos abiertos y una mirada asustada. Los ojos de Amelia se inundan y su boca se abre para dejar salir sus lloriqueos ahogados, mira a su madre correr hacia ella y le estira los brazos para que la alce. La madre lo hace y la abraza hasta que la pequeña Amelia deja de llorar. Deja de llorar y se recarga en el regazo de su madre, ésta última le da un beso en la frente y la pequeña cierra los ojos y se imagina siendo al fin rescatada, por nadie mas que su madre. Abre los ojos y sonríe, la madre también lo hace y comienza a caminar hacia la casa. Bajo del roble de un salto y las observo irse. Oigo otro crujido cerca de mi y me percato del jardinero que está regando las plantas, me ve y me dirige una mirada fría.
- ¡Largo de aquí gato, arruinarás mis flores!
Corro y me escondo en el arbusto debajo de la ventana, el jardinero comienza a podar y regar las lilas, para después continuar con las rosas. Me pregunto si sabe que lo observo.

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